Me acuerdo que cuando estudiaba Magisterio en la Salle se estrenó en La Escuela una nueva carrera: Educación Social. Era otro tipo de educación, distinta de la enseñanza tradicional y la designaban como “ no formal “. Los educadores eran “educadores de calle“. Era un tipo de enseñanza-aprendizaje que escapaba a estructuras, normas comunes y demás protocolos por los que se rige la escuela que todos conocemos.
Este sábado he empezado a dar clases “ no formales“ de Inglés a los niños trabajadores en la vía. Mi clase también se ha escapado de todos los parámetros normales que yo tenía pensados.
La guitarra ha sido mi principal instrumento de trabajo. La calle ha sido nuestro aula. Y las ratas y ratones nuestros más fieles espectadores.
Una gozada de clase. No sé quién habrá gozado más, si ellos o yo. No sé quién habrá aprendido más si ellos o yo. No sé quién se habrá reído más si ellos o yo.
Ellos sólo hablan Hindi y yo sólo hablo inglés ( y español claro). ¿Os imagináis cómo nos hemos entendido? El caso es que por medio de dos canciones todos hemos aprendido algo.
El secreto ahora os lo cuento:
Todos llevamos dentro un pequeño alumno que siempre necesita aprender de los demás, siempre necesita crecer. Y el verdadero aprendizaje solo se hace en la interacción, en el intercambio social, no en la autosuficiencia.
He tenido la oportunidad de convertirme en maestra al mismo tiempo que en discípula, en profesora a la vez que en alumna.
Creo que aprenderé mas así. Enseñando a la vez que aprendo. Comprendiendo a mis alumnos en sus dificultades de aprendizaje porque yo también estoy pasando al mismo tiempo por ahí.
Diríamos que nadie puede ser buen maestro si a la vez no se hace alumno.
No hace falta esperar a saberlo todo para compartirlo con los demás. Podemos ir dando poco a poco lo poquito que sabemos, así vamos aprendiendo y recibiendo de los demás.
Nadie da, si no esta dispuesto a recibir.
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